domingo, 9 de noviembre de 2014


Su sonrisa me cautivo, su ternura me enamoro; 
hallé en sus ojos el paraíso, en el roce de su piel el infierno,
tan sublime es amarla... tan mortal el desearla;
¿como rechazar este sentimiento?
si su solo recuerdo me somete a una tortura sin final...


Llevo grabado en mi memoria su respirar y su palpitar, 

¿Quién pensaría que más que antídoto resultaría veneno?