Su sonrisa me cautivo, su ternura me enamoro;
hallé en sus ojos el paraíso, en el roce de su piel el infierno,
tan sublime es amarla... tan mortal el desearla;
¿como rechazar este sentimiento?
si su solo recuerdo me somete a una tortura sin final...
Llevo grabado en mi memoria su respirar y su palpitar,
¿Quién pensaría que más que antídoto resultaría veneno?
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