Vamos a quemarnos en la llama de el deseo,
tenemos que congelar el recuerdo prohibido,
y así al terminar dejar de expresarnos;
para no modificar el momento.
Fundámonos en el placer que sentimos;
disfruta que para nosotros no hay mañana,
robaremos las caricias hasta que no existamos...
y al final ya no habrá forma de querernos.
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